Una virgen consagrada es una mujer que nunca se ha casado y no se siente llamada a la vocación del matrimonio ni a la vida religiosa consagrada.
Dedica su virginidad perpetua a Dios y es consagrada a Dios a través del obispo diocesano.
Es un estado de vida permanente, una vocación que se vive en estado secular, individual y profesionalmente en un trabajo adecuado a sus dones e intereses.
Ella provee para sus propias necesidades. La diócesis local no asume ninguna responsabilidad financiera pero ofrece acompañamiento espiritual y pastoral.
"Los institutos seculares son en sí mismos un acto de valentía realizado por la Iglesia... Y el bien que hacéis a la Iglesia es muy grande. Se hace con valentía, porque se necesita una gran valentía para vivir en el mundo.
Muchos de vosotros estáis solos, muchos van y vienen en vuestro apartamento; algunos de ustedes viven en pequeñas comunidades.
Cada día vives la vida de una persona en el mundo y, al mismo tiempo, mantienes la contemplación... -Papa Francisco, mayo de 2014
“Las sociedades de vida apostólica se parecen a los institutos de vida consagrada; sus miembros, sin votos religiosos, persiguen el fin apostólico propio de la sociedad y, llevando una vida en común como hermanos o hermanas según su propio modo de vida, procuran la perfección de la caridad mediante la observancia de las constituciones”. cf: Código de Derecho Canónico 731.1.2