Richard A. Sokerka
CLos desafíos a la libertad religiosa continúan surgiendo casi a diario en nuestra nación. Por eso es tan importante que la Iglesia Católica de los Estados Unidos se mantenga decidida a abordarlos.
El Papa Emérito Benedicto XVI, en su discurso a los obispos de EE. UU. en 2012, les advirtió sobre “graves amenazas al testimonio moral público de la Iglesia presentadas por un secularismo radical” donde había “ciertos intentos de limitar la más preciada de las libertades estadounidenses, la libertad de religión."
Todos los católicos deberían ser conscientes de la creciente propensión de la izquierda radical en nuestra sociedad secular a tratar de reducir la libertad religiosa a la mera libertad de culto sin garantías de respeto a la libertad de conciencia.
No hay duda de que existe una intensa presión de la izquierda radical para restringir e incluso acabar con nuestra libertad religiosa porque va en contra de la ideología secularista; una ideología que contrasta fuertemente con las enseñanzas morales de la Iglesia.
Nuestra libertad religiosa está garantizada por la Primera Enmienda de la Constitución, un muro protector que pusieron nuestros Padres Fundadores.
Razón más que suficiente para que todos los católicos participen de la manera que puedan en la Semana de la Libertad Religiosa, que tendrá lugar del 22 al 29 de junio. Comienza con la fiesta de Santo Tomás Moro y San Juan Fisher, incluye la Natividad de San Juan Bautista, y finaliza con la fiesta de los Ss. Pedro y Pablo.
El Comité para la Libertad Religiosa de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU. ha producido recursos para la oración, la reflexión y la acción en un área diferente de interés para cada día de la semana en su sitio web.
Recuerde estas palabras de “Nuestra primera y más preciada libertad: una declaración sobre la libertad religiosa”, emitida por los obispos de EE. UU. en 2012: “Somos católicos. Somos americanos. Estamos orgullosos de ser ambos, agradecidos por el don de la fe que es nuestro como discípulos cristianos y agradecidos por el don de la libertad que es nuestro como ciudadanos estadounidenses. Ser católico y estadounidense debería significar no tener que elegir uno sobre el otro. Nuestras lealtades son distintas, pero no tienen por qué ser contradictorias y, por el contrario, deben ser complementarias. Esa es la enseñanza de nuestra fe católica, que nos obliga a trabajar juntos con los conciudadanos por el bien común de todos los que vivimos en esta tierra. Esa es la visión de nuestra fundación y nuestra Constitución, que garantiza a los ciudadanos de todas las religiones el derecho a contribuir a nuestra vida común juntos”.
Instamos a todos los católicos a promover la importancia de preservar el derecho esencial de la libertad religiosa, ahora y en el futuro.