La encantadora imagen del pesebre navideño, tan querida por el pueblo cristiano, no deja de suscitar asombro y asombro. La descripción del nacimiento de Jesús es en sí misma una proclamación sencilla y gozosa del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. El belén es como un Evangelio vivo que surge de las páginas de la Sagrada Escritura. Al contemplar la historia de Navidad, somos invitados a emprender un camino espiritual, atraídos por la humildad del Dios que se hizo hombre para encontrarse con cada hombre y mujer. Nos damos cuenta de que su amor por nosotros es tan grande que se convirtió en uno de nosotros, para que nosotros a la vez podamos llegar a ser uno con él.